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Adriana Molina, una apasionada por la educación

Abierta a escuchar, con una gran sonrisa y con ganas de resolver nuestras inquietudes nos cuenta sobre su vida. “Tengo 47 años. Soy bogotana, pues aunque nací en Cali, vivo en Bogotá desde que tenía 4 años. Estudié en el colegio Anglo Colombiano y luego estudié derecho en La Universidad de Los Andes.”

Una vez se graduó de la universidad se inclinó por trabajar en políticas públicas, específicamente en política social. Posteriormente, realizó un Master en Desarrollo Regional en La Universidad de Los Andes, el cual le permitió enfocarse en educación. “Me fui a Estados Unidos a la Universidad de Harvard, donde hice una maestría en Educación. Cuando volví, entré a trabajar en el Ministerio de Educación y de ahí pasé al Icfes. Finalmente, me vinculé a La Universidad de los Andes donde, con un equipo de personas, montamos el centro de evaluación de la Facultad de Educación”.

Conociendo su familia

“Estoy casada y tengo tres hijos: Sara de 21 años, estudia música, Nicolás de 11 años, está en quinto de primaria, y Julián de 8 años, está en segundo de primaria. Mi esposo se llama Sergio, tiene una cadena de restaurantes que se llama la Hamburguesería y es Arquitecto. Nos gusta jugar juegos de mesa, mi esposo cocina y a todos nos encanta comer. En general, nos gusta mucho pasar tiempo juntos”.“Cuando me propusieron trabajar en el San Patricio me pareció espectacular, siento que llevo mucho tiempo detrás de un escritorio pensando en qué es mejorar la calidad educativa, sin nunca tener la oportunidad de influir realmente en los salones de clase” Adriana Molina

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Me gusta correr, en general me gusta hacer ejercicio para estar bien, no solo físicamente sino mentalmente. También me gusta leer todo tipo de cosas, escribir y pasear.

¿En qué crees fielmente?

Creo en la fuerza del amor, en que no es posible hacer nada bien si no se hace con amor.

¿Qué esperas del San Patricio?

Paciencia, espero que el San Patricio me tenga paciencia mientras yo aprendo cómo es el oficio. Quiero hacerlo muy juiciosamente porque esta es una oportunidad de aprendizaje extraordinaria.

¿Cómo ha sido pasar de una universidad a un colegio?

El cambio es enorme porque los temas son infinitos. En una mañana con Paulina y Patricia podemos abarcar temas como el tamaño de los pupitres, los celulares en las rutas, la reunión con los papás de quinto, hasta el programa de bilingüismo, los resultados en las pruebas saber o la celebración de San Patricio. Es un cambio que estoy tratando de entender y de identificar cual es la manera más eficiente de poder atenderlos.

Adicionalmente, la distancia entre los directivos, profesores y estudiantes en una universidad es mucho mayor que la distancia que hay en un colegio. En el San Patricio, la relación con las niñas es cercanísima e indudablemente esto hace que la vida sea más amable.

¿Cómo esperas que sea reconocido el Colegio en unos años?

Espero que en unos años el Colegio sea reconocido como una institución de altísima calidad académica, que le permite a cada una de las niñas ser quien es y en donde uno aprende a vivir en comunidad. Esto es de muchas maneras una realidad en el Colegio, supongo que el reto es mantenerlo y mejorarlo. Si bien tenemos unas fortalezas en todos estos campos que menciono, yo siento que en educación es fácil quedarse atrás pronto; lo que es una excelente calidad educativa hoy, no lo es necesariamente mañana o pasado mañana.